La práctica de fútbol genera distintas adaptaciones metabólicas que derivan en demandas nutricionales e hídricas específicas, que responden a variables como edad, sexo, tipo, duración e intensidad de entrenamientos, horario y frecuencia de competencias, así como la altura, temperatura y humedad ambiental. Comprender lo anterior es fundamental para diagnosticar la situación nutricional individual del futbolista y en base a esto diseñar estrategias de alimentación, hidratación y suplementación, tanto para entrenamiento, competencia y descanso, que permitan optimizar el rendimiento y alcanzar los objetivos propuestos.